Misterios sobre naufragios
Los naufragios, a pesar de ser catástrofes para quienes lo viven, resultan evocadores para la mayoría de nosotros, especialmente si las circunstancias que rodean al hecho se salen de las normas establecidas. Y es que, dejando de lado los naufragios por causas explicables y lógicas, también hay algunos en los que o no se conocen los motivos, o las circunstancias son sorprendentes.
Un buen ejemplo de ello es el mundialmente conocido caso del bergantín “Mary Celeste”, que partió de Nueva Escocia en el año 1872 y que fue hallado en el Atlántico, cerca de las Azores, en extrañas circunstancias. Para empezar, todo estaba en orden, no había señales de que se hubiese producico el más leve incidente a bordo e incluso la mesa estaba servida, pero no había ni rastro de sus tripulantes. Curiosamente, este barco fue construido con otro nombre (Amazon) y que ya desde sus inicios parecía estar tocado por la mala estrella, quizá por el simple hecho de que sus dos primeros capitanes fallecieran mientras viajaban en el o de que quedase encallado en 1867. Pese a las numerosas teorías formuladas y las investigaciones de la compañía aseguradora, no se pudo esclarecer lo ocurrido a bordo del “Mary Celeste” ni el paradero de sus tripulantes.
Otra circunstancia curiosa fue la ocurrida en el Estrecho de Menai, en las costas irlandesas, cuando un pasajero llamado Hugh Williams resultó como único superviviente de un naufragio (en 1664). Quizá esto no parezca muy misterioso, pero resulta que un siglo más tarde (en 1785) naufragó otro barco en la misma zona, y el único superviviente llevaba por nombre Hugh Williams. Bueno, ya sería para extrañarse, pero en 1820 vuelve a producirse otro incidente en la costa de Irlanada. ¿Y a que no adivinan como se llamaba el único superviviente? Efectivamente, Hugh Williams. O es un nombre muy común, o vienen de una familia con mucha suerte.



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