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Barcos de leyenda: el enigmático Joyita

Hoy os traemos la historia de uno de los barcos más misteriosos de la Historia: el MV Joyita. Toda su tripulación desapareció. Sin más.

La historia del Joyita es una de las más sorprendentes del mar. Fue construido en el año 1931 en los astilleros de Willmington, en Los Angeles. En un principio usado como barco de recreo por las grandes estrellas del momento, en 1941 pasó a ser parte de la Marina norteamericana, y comenzaría a patrullar en la base Pearl Harbor, Hawaii, durante la II Guerra Mundial.

Hasta aquí, su historia transcurrió como la de cualquier otro barco patrullero, pero en 1955 todo cambiaría. El Joyita, capitaneado por aquel entonces por T.H. Miller, conocido como Dusty Miller, zarpó la mañana del 3 de octubre desde el puerto de Apia (Samoa Occidental) con rumbo a Fakaofo (Tokelau), situado a 270 millas al norte. Este Archipiélago se hallaba en aquellos días en estado de emergencia demandando personal médico, y escaseaban los alimentos de primera necesidad como la harina y el azúcar.

25 personas, entre ellas la tripulación y 9 pasajeros, viajaban a bordo del Joyita, que además llevaba 18 metros cúbicos de corcho. Tras llegar a su destino, que se estimaba en unas 48 horas, debía llenar la bodega de copra, principal producción de Tokelau. Pero el día 6 de octubre saltó la voz de alarma: el barco no había aparecido.

La Armada de Nueva Zelanda desplegó un dispositivo de búsqueda monumental, sin ningún resultado, por lo que cerca de un año después, el barco se dio por desaparecido.

Treinta y siete días después, se localizaría al Joyita a 450 millas al oeste de Samoa, cerca de Fidji, y a unas 600 millas de la zona de rastreo. El pequeño barco estaba abandonado, fuertemente escorado y a la deriva. Los primeros en subir a bordo se encontraron con un espectáculo insólito: una vez constatado que no había ni rastro de la tripulación ni del pasaje, se percataron de que también habían desaparecido el Diario de a bordo, los instrumentos de navegación y las provisiones, pero lo absolutamente sorprendente fue lo que encontraron en cubierta: delante del puente estaba desplegada una toldilla y cerca de allí, un escalpelo médico, un estetoscopio y vendas manchadas de sangre. De los 18 metros cúbicos de corcho de la carga faltaban unas 4 toneladas. No había ninguna pista que arrojara algo de luz sobre este misterioso acontecimiento.
Desde entonces, mucho se ha hablado de la desaparición del barco, y muchas especulaciones al respecto han visto la luz, como ataques piratas, una fuerte tormenta o la abducción extraterrestre en el conocido Triángulo de las Bermudas.
Más tarde, la embarcación volvió a surcar los mares cerca de Fidji, e incluso se comenta que se volvió a ver al capitán cerca de Singapour, pero eso solo son rumores sin confirmar…

Viajes legendarios: los fenicios y el nuevo mundo.

Cristóbal Colón es considerado por la mayor parte de los historiadores como uno de los primeros hombres europeos en pisar el continente americano. Pero Philip Beale, ex marine británico, está decidido a demostrar que los fenicios fueron los primeros en llegar, casi 2000 años antes.

Así, Beale pretende atravesar los 10,000 kilómetros que separan el Líbano de Estados Unidos en una réplica de un barco fenicio, una proeza ambiciosa con la que busca desafiar la historia marítima. ”Es uno de los viajes más grandiosos que haya hecho la humanidad y si alguien tenía la capacidad de hacerlo antes (de Colón) debieron ser los fenicios”, declara a CNN.

Los fenicios son considerados los mejores marineros de todas las civilizaciones antiguas. La embarcación pesaría unas 50 toneladas, y aunque a priori parece algo temerario, el ex marine ya desafió a la historia hace un par de años, cuando surcó los mares alrededor de África en un barco de dimensiones muy similares a las de las naves de la antigüedad, 2000 años antes que Bartolomé Díaz, el portugués al que, hasta ese momento, se le conocía por realizar dicha travesía, allá por 1488. Zarpando desde Siria en 2008, Beale recorrió 32,000 kilómetros en más de dos años, luchando contra todo, desde olas de seis metros cerca del Cabo de Buena Esperanza hasta los ataques de piratas somalíes. Todo ello lo hizo basándose en unos textos de la antigüedad clásica, concretamente en las escrituras de Herodoto, un historiador griego que aseguraba que los fenicios habían viajado alrededor del continente negro en el año 600 a.C.

Aún no hay fecha definida para el viaje épico de Beale, quien espera salir de Túnez y realizar su proeza en dos o tres meses. Eso sí, el MoMA de Nueva York ya lo ha invitado a participar en una exposición sobre la antigua civilización a mediados del año que viene. Habrá que esperar para ver si lo consigue. Mientras tanto, nosotros le deseamos toda la suerte del mundo, y esperamos ansiosos el resultado de un viaje que podría reescribir la Historia.

 

 

Viajes legendarios: el Saint Michel II de Julio Verne

Julio Verne era, además de un conocidísimo escritor, un apasionado de los viajes en barco. Allá por el 1895, Verne viajó en un barco transoceánico a Estados Unidos. Al darse cuenta de lo cómodo que resultaría contar con su propia embarcación, el francés diseñó, con la ayuda del capitán de barco Paul Bos, el que sería el primero de sus tres yates, el Sain Michel, un barquito pequeño con cocina y un camarote que le permitía viajar.

Hoy nos vamos a centrar en el Saint Michel II, el segundo de sus barcos. Ya en 1876, Julio Verne había ganado algo de dinero gracias a su obra, y decide comprarse un barco más grande para reemplazar a su Saint Michel. Por eso, encargó la construcción de su segundo barco, el Saint Michel II al astillero Abel Le Marchand en Le Havre. Este elegante velero pesaba 19 toneladas, y tenía 13 metros de longitud, 4 de ancho y 2,50 m de calado.

A bordo de esta embarcación realizó largos viajes mientras escribía dos de sus obras más famosas, Las indias negras y Miguel Strogoff. Recorrió el litoral inglés, y llegó a las costas de Escocia, e incluso a las alemanas y a las escandinavas.

Solo tuvo este barco durante año y medio, ya que tenía varios problemas familiares que lo mantuvieron alejado de la navegación durante un tiempo. El Saint Michel II fue vendido a un marinero francés, y surcó por última vez los mares en 1909, cuando fue tristemente demolido.

Pero el tiempo ha sido clemente con él. Todo lo clemente que no fue la sociedad de por aquel entonces. Desde 2011, una réplica del Saint Michel II vuelve a estar en activo, ya que fue lanzado en Nantes, la ciudad donde nació el escritor.

La nueva réplica del barco ya ha participado en numerosos eventos marítimos alrededor de la costa francesa. Su primera aparición pública fue en la famosa Semana del Golfo de Morbihan.

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