Vivir en un barco es algo muy habitual en muchos países con costa, como por ejemplo Holanda. Sin embargo, en España no lo es tanto.
En nuestro país el 90% de las embarcaciones matriculadas son para el recreo. La mayoría de los propietarios las utilizan exclusivamente para el disfrute. Y es un disfrute relativamente corto, alrededor de 30 días al año.
Aunque parezca mentira las diferencias entre vivir en un barco o vivir en una casa son mínimas. Actualmente las embarcaciones están diseñadas para residir en ellas durante largas temporadas, con unas condiciones de habitabilidad idénticas a las de cualquier casa.
Eso sí, esas diferencias mínimas hay que valorarlas bien antes de dar el paso. Para empezar el mar nos tiene que gustar, eso lo primero. Otras incomodidades podrían ser el movimiento constante, aunque mínimo, del barco, (que esté anclado no quiere decir que no esté moviéndose), el fuerte olor a salitre o los ruidos propios de un puerto. Estas serían a grandes rasgos las desventajas. Ahora vamos con las ventajas.
Las ventajas se pueden resumir, sobre todo, en dos; el precio y la movilidad. Comprar una embarcación es mucho más barato que comprar un piso o una casa. Además, hay barcos a precios muy asequibles. Y si no, siempre podremos alquilarlo. Por otro lado, un barco nos permitirá en cualquier momento desplazarnos de un lugar a otro. Esto implica que podemos vivir en la ciudad costera que nos apetezca en cualquier momento.
Los gastos fijos que acarrea tener un barco como vivienda son también muy baratos. Básicamente hay que pagar el amarre (es la tarifa que cobra un puerto por tener el barco varado), que incluye el agua y la electricidad. Los amarres suelen costar, más o menos, unos 300 euros al mes. No hay que olvidar que hay que instalar, para no echar los residuos que generemos al mar, un depósito de aguas fecales.
Entre los mejores puertos españoles para varar nuestra embarcación y vivir en ella se encuentran, Puerto Portals en Mallorca, El Arenal en Cádiz y Alcoceber en Valencia.

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